Debo empezar diciendo que esta experiencia se convirtió en algo muy diferente a lo que pensé que serÃa. Inicialmente pensé que serÃa una tarde divertida alimentando alpacas y disfrutando de estar al aire libre después de tanto encierro. La vida entonces me sorprendió. No solo tuve un dÃa maravilloso aprendiendo sobre las alpacas, tocando su denso pelaje y alimentándose, sino que termine convirtiéndome en voluntaria de la granja. Les cuento lo que sucedió.
Visite la granja por primera vez el 9 de enero como celebración de mi cumpleanos este año. QuerÃa algo que me conectara a una de las experiencias que más alegrÃa me da: interactuar con animales. Allà estuvimos mi esposo y yo alrededor de dos horas. Desde que llegué, mi emoción era evidente. Me sentÃa como una niña que va a una jugueterÃa por primera vez. Queria verlo todo, tocarlo todo. Rápidamente supe que un sólo dÃa no serÃa suficiente para mi. El que me conoce sabe que cuando algo entra en mi mente, es difÃcil que lo deje ir. Mientras caminaba por el terreno, pensé en cuán increÃble serÃa trabajar allà aunque fuese de voluntaria. Y como nunca me he caracterizado por ser tÃmida, decidà arriesgarme y preguntar. Con brazos abiertos, la familia aceptó mi ayuda dejándome saber que mi entusiasmo era evidente y la ayuda es siempre bienvenida. Muchos pensaran que un trabajo sin paga no vale la pena. Sin embargo, experiencias como estas tienen un potencial infinito de conocimiento. El tipo de conocimiento que ninguna universidad te da, sino que se gana con el trabaja arduo y una curiosidad saludable.
Dos semanas después, allà estaba a las 9AM en lo que posiblemente fue el dÃa más frÃo de enero. La brisa me hizo dudar un segundo sobre si yo serÃa capaz de trabajar al aire libre en esas condiciones. Sin embargo mi deseo por aprender a cuidar de animales, en particular alpacas, y mi sueño de algún dÃa trabajar a tiempo completo en el cuidado de animales me ayudó a poner mis dudas de un lado. Con entusiasmo y cierto nerviosismo me unà a la pareja de esposos que todos los dÃas cuida de sobre 20 alpacas, una docena de ovejas, un burro y un sin número de aves. Camine con ellos por la granja, maravillándome de cada uno de los animales que iba descubriendo. Levanté mi primer bloque de heno (pesado por demás) y entré al área de las ovejas tratando de no caerme mi primer dÃa allÃ. Animales ansiosos por comer me dieron la bienvenida más hermosa que pudiera haber deseado.
Luego pasé al área de las alpacas. Caminar entre ellas en una experiencia surreal. Son animales gentiles y asustadizos asà que hay que moverse lentamente para que no salgan corriendo a loco. Las alimenté (cuando hay comida envuelta pierden todo el miedo – algo asi como yo hahaha), recogà sus regueros y hablé con todas las que se acercaron. Entre risas, le advertà a la dueña que yo solÃa hablar con animales, y esta no serÃa la excepción. Fue con gusto que más tarde escuché que ella hacÃa lo mismo. Les habla como yo les hablo a mis perritas. Fue en ese momento que pensé en silencio: yo encajo aquÃ. Este es el lugar para mÃ.
Se imaginaran que salà de allà (3 horas después) con el cuerpo destruido, pero el espÃritu feliz. Mi alma se sintió justo en el lugar correcto en conexión con lo que por mucho tiempo he pensado es mi verdadero propósito en la vida. Cuidar de criaturas inocentes trae una alegrÃa genuina a mi corazón, y estoy totalmente convencida que este es solo el primero paso en el proceso de cambiar mi vida por completo. Tomará tiempo, pero saber que el primer paso está dado me llena de esperanza. Saber que todos los sábados en las mañanas tengo una cita con la granja, me ha ayudado a reconectar con una parte de mi muy especial y me emociona pensar en todas las posibilidades ante mis pies. Este año ya empezó mucho mejor que el 2020. 2021 estará lleno de alegria, nuevas posibilidades y por supuesto: Alpacas!
Gracias por dedicar este tiempo para leer mis ocurrencias. Lo valoro muchisimo. Hasta la próxima!
Rita Tous
Rita and the Alpacas
I must start by saying that this experience turned into something very different from what I thought it would be. Initially I thought it would be a fun afternoon feeding alpacas and enjoying being outdoors after so much confinement. Life then surprised me. Not only did I have a wonderful day learning about alpacas, touching their dense fur, and feeding them, but I ended up becoming a volunteer on the farm. I’ll tell you what happened.
I visited the farm for the first time on January 9th in celebration for my birthday this year. I wanted something that would connect me to one of the experiences that gives me the most joy: interacting with animals. My husband and I were there for about two hours. From the very first moment I arrived, my emotion was evident. I felt like a child going to a toy store for the first time. I wanted to see everything, touch everything. I quickly knew that a single day there would not be enough for me. Whoever knows me knows that when something enters my mind, it is difficult for me to let it go. As I walked around the field, I kept thinking on how amazing it would be to work there even as a volunteer. And since I have never characterized myself as being shy, I decided to take a risk and ask. With open arms, the family accepted my help letting me know that my enthusiasm was evident and help is always welcome. Many will think that a job without pay is not worth it. However, experiences like these have infinite potential for knowledge. The kind of knowledge that no university gives you, but is gained through hard work and healthy curiosity.
Two weeks later, I was there at 9AM on what was possibly the coldest day in January. The chilly breeze made me wonder for a second whether I would be able to work outdoors in those conditions. However, my desire to learn how to care for animals, particularly alpacas, and my dream of one day working full time in animal care helped me put my doubts aside. With enthusiasm and some nervousness, I joined the couple who every day take care of over 20 alpacas, a dozen sheep, a donkey and countless birds. I walked with them around the farm, marveling at each of the animals that I discovered. I picked up my first block of hay (very heavy!) and went into the sheep area trying not to fall over my first day there. The hungry animales gave me the most beautiful welcome I could have wished for.
Then I went to the alpaca area. Walking among them is a surreal experience. They are gentle and skittish animals so you have to move slowly so that they don’t run away crazy. I fed them (when there is food involved they lose all fear – something like me hahaha), I picked up their mess and I spoke with all those who approached. Laughing, I warned the owner that I used to talk to animals, and this would be no exception. It was with pleasure that I later heard that she did the same. She talks to them like I talk to my little dogs. It was at that moment that I silently thought: I fit in here. This is the place for me.
You can imagine that I left there (3 hours later) with my body destroyed, but my with a happy spirit. My soul felt connected to what I have long thought is my true purpose in life. Caring for innocent creatures brings genuine joy to my heart, and I am totally convinced that this is only the first step in the process of changing my life completely. It will take time, but knowing that the first step has been taken fills me with hope. Knowing that every Saturday morning I have a date with the farm animals, it has helped me reconnect with a very special part of me and it excites me to think of all the possibilities. This year has already started much better than 2020. 2021 will be full of joy, new possibilities and of course: Alpacas!
Thank you for taking the time to read my post. I value it very much. Until next time!
Rita Tous